LA MAÑANA

Acantilados-1-Recortada


“Aquella noche, no fue más que una huida a los confines de ellos mismos”.

El vehículo de color oscuro donde viajaban, apenas era una pequeña luz en la lejanía sobre la sinuosa carretera costera acotada por grandes acantilados. A su derecha, una masa uniforme plateada, donde solo rielaban los propios focos cuando coincidían en su dirección, delataba el morir de las pequeñas olas sobre las rocas, sin más esfuerzo que su voluntad de rendir su postrera existencia. La mar, estaba dormida.

A la izquierda, un gran macizo montañoso, se levantaba salpicado de algunas ruinas de su pasado más glorioso y, que hoy, solo la egregia majestad de sus inabordables alturas, le hacían lucir intacto a la codicia o progreso.

En el interior, sus ojos brillaban excitados sabiéndose protagonistas de unas horas “escritas” para ellos. Ella, apoyaba la cabeza en su hombro mientras conducía, ansiando  poder dedicarle toda su atención, regalo para él, tanto como deseo incontenible para ella.

Al poco, girando hacia la izquierda, tomó un camino encaramado de difícil tránsito, que los llevaría al altozano más asequible de la montaña, a modo de una pequeña meseta, donde apagadas la luces, todo se envolvió en misterio, excepto para ellos.

Con una mínima claridad dentro del vehículo y algo de una música eterna, junto a las palabras medio apagadas que comenzarían a escapar de entre sus besos, emergió una “sinfonía” tenue, conformando el “allegro” de un primer movimiento lleno de ternura, que tras ralentizarse en un largo periodo entre caricias, daría paso a la eclosión final de la misma, no de otra forma, que al rítmico respirar de sus cuerpos ya desnudos, al claroscuro de la madrugada, en una cadencia de arrebatadoras consecuencias.

Cielo estrellado-4-Recortada

Un firmamento a modo de bóveda plagado de estrellas, los enmarcaba recreado en tanta pasión y, rendido a la partitura de sus cuerpos enredados, no se sorprendería al descubrir gozar en los brazos de aquel hombre a la única luna de esa noche, que de puro ámbar, pareciera escapada del cielo para pertenecerle.

La innegable armonía de sus personalidades, contrastaba con la realidad de sus vidas. Cada uno en diferentes galaxias, solo se atrevían a buscarse en coincidentes tangencias de sus alejadas elípticas órbitas, entre provocados eclipses, donde se esconderían.

Planetas-1Parecían planetas fuera de la física convencional de la sociedad, donde toda acción o reacción, jugaba ajena a sus sentimientos.

Desde su fortuito primer encuentro, cada uno en su mundo, jamás pudieron imaginar la posibilidad de una colisión tan perfecta. Un “big bang”  de inesperadas consecuencias que los transportaría a un “Edén” desconocido, de sensaciones tan hermosas como confusas.

Sus vidas, con antelación trazadas y sus particulares condicionamientos, abundaban desconfianzas y falta de fe en sus emociones, que no solo existían, sino que vivían sorpresivamente en ellos, pero sin suficiente fuerza ante la incredulidad e indecisión.

El miedo a lo que parecía tan perfecto, la extemporaneidad de sus sentimientos, en definitiva, esa cobardía que hunde al ser humano en  entregados naufragios, escribían un destino que no era, sino, la suma de sus renuncias.

Aquella noche, no fue más que una huida a los confines de ellos mismos.

Cuando se despidieron, antes de tomar cada uno separados rumbos, no esbozaron ni siquiera un melancólico “te quiero”. Sabían que eran palabras prohibidas, puñales acerados en sus oídos, que lastimaban lo más profundo de sus almas, contentándose con imaginarlas en sus miradas, alejándose.

Carretera sobre acantilados-2Una vez solo, acercándose a un rompeolas cercano, el hombre, envuelto en el tranquilizador humo de un cigarrillo, se transportó a escasos momentos antes, cuando toda su belleza, se mecía en sus brazos.

Sabia, que podría amanecer en soledad, pero que no emergería mañana alguna, sin poder contemplar de nuevo su mirada.

Entregado al recuerdo y amenazante el nuevo día, debía regresar a casa, asearse y llegar a su trabajo. Tras incorporarse, en su cabeza no había otro pensamiento que dirigirse al bar en el viejo parque, donde además de recomponerse con un buen café, sabía que como cada jornada, ella llegaría con el mismo fin.

Así fue al poco. Cada uno en separados mundos de distancias tan insalvables como cercanas, desde sus escondidas miradas tras ahumados cristales, se buscaron y, como hilos de invisible seda, se trenzaron sus imaginaciones.

El sol casi en su zenit, apareció destilando brillos en la cara de aquella mujer. Mientras, el hombre empeñado en su contemplación, descubriría que tras la salida del astro rey, no desaparecían las estrellas.

Despojándose de sus gafas, la miró descaradamente, exhibiendo sus aún abiertas heridas  de carmín, de la noche anterior.

Ella ni quiso, ni pudo evitarlo y, descubriendo su mirada, le regaló la mañana.

Parque soleado-1-Recortada

*Música: «La Mañana» (Peer Gynt) – Edward Grieg

7 comentarios en “LA MAÑANA

  1. Alguien no hace mucho también me regaló esta música que hace que te transportes a la luna y más allá. Hoy tú le has puesto la más bella descripción en prosa a una noche de amor intenso. Imaginaría vivir cada uno de tus párrafos, pero en concreto me quedo con…”Cada uno en diferentes galaxias” y todo el conjunto de metáforas que le sigue…increíble. Tu forma de describir me deja sin palabras porque yo no sería capaz de escribir ni una más de forma tan magistral. Un abrazo para terminar el domingo.

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  2. Imaginar es vivirlo, desde la sensibilidad a flor de piel, que no te hace entender, algo así, de otra manera.
    El firmamento es el mismo para todos.
    Las noches estrelladas, nos pertenecen por igual.
    Pero la tenue sinfonía de los susurros, como la huella que pudieran dejar…, esto si, pertenece a cada uno de nuestros particulares universos.
    Gracias, gracias, muchas gracias.

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  3. Hay amores que son como las vías del tren, siempre condenados a seguir mundos paralelos, se ven, se huelen, casi se tocan pero no son capaces de romper esa mínima distancia, si acaso en algún cambio de agujas, o en algún rato robado al tiempo y bajo las estrellas.
    Me ha parecido preciosa la recreación de ese encuentro, furtivo y apasionado, de los que dejan huella, gracias.
    Abrazos.

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  4. Poco a poco, paso a paso voy descubriendo con más asombro que curiosidad al adormecido POETA que tan privados nos ha tenido de su buen hacer. Y es que, como el relato que nos trae, pocos saben plasmar y vestir de forma tan sublime y tan poética, entre otras cosas, una simple relación carnal, de pasión, no exenta de sentimiento pero sobretodo física y banal entre dos «amantes», entre dos seres atraídos y coincidentes. Yo lo definiría como POESÍA PARA INICIADOS, PARA PRIMERIZOS E INEXPERTOS como es mi caso.
    Sigo leyendo y asimilando

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