EL FANTASMA de Fez

foto arcos en fez

¡Maldito sea si no te hago Reina mía…, si no vuelvo a ser el Príncipe de tus días!

En Fez, la Ciudad Imperial de los artesanos, era una tarde entrado ya el otoño, donde la noche se anunciaba con más premura de lo habitual conforme la estación avanzaba.

Con esta incipiente oscuridad, Ahmed un muchacho de poco más de diecisiete años y su amiga Fadhila un año o dos menor, ambos estudiantes , terminados los deberes cotidianos cuando podían, escapaban fuera de sus barrios con la intención de estar solos, lejos de las miradas.

Puerta del Quemado-1Aquella tarde otoñal aún larga, se habían citado en la antigua “Puerta de la Justicia” o “del Quemado” en la medina de Fez donde vivían y se conocieron, con intención de ir hasta la inmediación de las ruinas de una antigua pequeña “musalla” o mezquita en estado ruinoso, sucia y abandonada, en mitad de un descampado rodeado de cierta arboleda y no muy alejada de las inmediaciones de los zocos.

Este paraje de la vieja “musalla” era raramente frecuentado, pues se decía por los lugareños tratarse de “sitio encantado” donde, de un viejo «fantasma», se contaban apariciones en los anocheceres entendiéndose el porque de que su visita a partir de esas horas, era del todo infrecuente.

Los encuentros a solas de los jóvenes, procuraban alternarse en diferentes parajes o lugares con objeto de no ser seguidos o sorprendidos. En esta ocasión su cita como todas, no se debía a otro motivo que entregarse amorosos a sus deseos, buscando para ello la intimidad de zonas poco transitadas, donde no levantarían sospecha.

El lugar elegido para esta ocasión para reunirse fueron las ruinas de la vieja mezquita, sin caer en que sobre ella existía la  fantasmagórica y sombría leyenda provocadora entre las gentes, de verdadero pánico a partir de los  los atardeceres en el  lugar.

Contaban que por las noches el fantasma del alma en pena de un viejo rey, que allí pudiera estar enterrado, aparecía lamentando la desdicha de su vida.

Ahmed confesó a Fadhila que allí estarían seguros, ya que nadie iría entrando el crepúsculo, en virtud del respeto que la gente tenía al lugar.

tumba boabdil-1Tanto explicó la fama del supuesto “encantamiento” de las ruinas de la vieja “musalla”, que la joven Fadhila sintió miedo  asustándose al oír en la oscuridad creciente en el lugar por el más mínimo extraño sonido, incorporándose incomoda e interrumpiendo el grato cortejo.

– No se…, Ahmed tengo miedo…, dices que aquí pudieran haber reyes enterrados…, que sus almas claman en pena por su infortunio en vida… – comentó a su joven amigo la muchacha.

– Si…, pero eso pudo ocurrir hace siglos atrás en el tiempo. Cuentan de un tal…  «Abú Abdallah…», que debió ser un antiguo rey nazarí del viejo Al-Ándalus…, quien expulsado de su reino, vivió en Fez hasta morir y que pudo ser enterrado según la leyenda por estas ruinas, junto también según dicen, a un santón de nombre algo así como…, «Bel Kasem…»

– Un rey…, dices un rey…

BOABDIL-2– Si, si…, creo que le llamaban Al-Zugabi…, el Desdichado» o  “el rey triste…” que derrotado llegó a nuestra tierra donde murió y como era costumbre entonces se enterraría seguramente junto al santón…, imagina el tiempo…, siglos …, que hace de ello.

Ahmed, mientras besaba suavemente los labios de la joven Fadhila intentando calmarla, desenredaba delicadamente con sus dedos el anillado cabello de la muchacha, que despojada de su hiyab,  con sus expresivos y encantadores ojos oscuros y una mirada incitadora ya tranquilizada,  rendía gustosa su desnudez al juego amoroso al que se entregaron, correspondiendo con todo el ardor y pasión de su juventud a su joven amado, hasta llevar sus cuerpos entrelazados al confín de los sentidos.

Entregados al último abrazo de esa noche que desearían interminable, tras el hermoso y extenuante momento de su entrega y mientras apuraban en la apacible  ya oscurecida tarde, los últimos momentos al abrigo de las ruinas de la vieja “musalla” o mezquita…, de repente un viento violento se levantó en la ya casi cerrándose la noche.

Los escasos arboles cercanos batían sus ramas produciendo sonidos extraños que les asustaron, de tal forma…, que la vieja leyenda de aquel lugar volvió a sus mentes conmoviendo sus cuerpos.

El viento comenzó a mover tierra, papeles y basuras que se izaban con fuerza conformando remolinos, como pequeños tornados, que levantándose desde el suelo parecían formas inconcretas a las que su movilidad daban vida.

El sonido de los arbustos, cables y objetos azotados por el ya casi vendaval, les llegó como pareciendo voces de ultratumba, quizás afectados por la fama de aquel sitio…

– ¡Ahmed…, Ahmed…, tengo miedo…, oigo voces…, escucha…!

– Solo es el viento Fadhila…, no temas…, estoy contigo…, no hay nadie…

Morayma-1– No Ahmed…, no Ahmed…, escucha…, es un lamento…, un nombre de mujer…, parece decir repitiendo como…
“Morayma…, Morayma…»  y alguien llora…

Ambos en total silencio y ahora también en especial Ahmed, parecieron escuchar como un rezo ese lamento que los envolvía…

¡Ah…, Morayma…, Morayma…, dulce Morayma…!

Ahmed impresionado por lo que él también creyó oír, dirigiéndose a Fadhila le dijo:

– Dame tu mano…, no temas…, vamos…, salgamos de aquí, vayamos a escondernos protegidos tras aquellos grandes árboles y observemos…

Ocultos tras unos gruesos troncos caídos al pié de un árbol frondoso a varios metros de la “musalla” y abrazados el uno al otro, no dejaban de escuchar pasmados y observar las columnas de polvo que el aire levantaba como formas que se movían y de las que parecían salir las voces que creían escuchar.

Fantasma-1En un momento, la turbulencia de aire con polvo y tierra en suspensión, se dirigió en dirección a un montículo cercano donde haciéndose más presente, parecía extender sus brazos y como en una lastimera llamada, de nuevo se pudo oír…

¡Ah…, Morayma…, Morayma…, mi reina…, Morayma…!

– Parece…, como si estuviera rezando… – comentó Fadhila en voz baja, perpleja con la visión.

– No…, no…, no reza…, no lo hace dirigiéndose a oriente…, a la Meca…, no está rezando… – contestó Ahmed a su amiga.

… Observa… – prosiguió –  en sus lamentaciones  dirige su mirada al norte, como en dirección al lejano mar…

En ese momento y ante el asombro de ambos jóvenes, emergió junto a la primera columna turbulenta, otra de menor tamaño, como de mujer y tan cercana a la primera, que pudiera decirse unían sus manos como en un encuentro desesperadamente ansiado, mientras sus voces, más claras e inteligibles que en ningún momento, seguían manifestándose en la semioscuridad, conmoviendo a los jóvenes en su palpitante estado de asombro…

 ¡Ah…, Morayma…, Morayma…!
 ¡Toma mi mano…, mi Rey Al-Zugabi…¡

  ¡Ah…, Morayma…, Morayma…!
 ¡Otra vez a tu lado…, mi amado Abú Abdallah…!

Aquellos seres parecían encontrarse llegados desde mundos diferentes, como si un nuevo destino aguardara para ellos tras eternidades separados. Mientras,  la voz de la sombra que asemejaba al hombre en triste lamento, se podía seguir escuchando esta vez con más fuerza y decidida…

¡He de volver a Granada…, para volver a nacer…!
para que olvides mi llanto… el día que te dejé…

¡Granada era mi madre…, Granada es mi mujer…!
y yo la nieve…, tu el valle…, donde mi amor sembraré…

Panorama granda sur-recortada

Al contrario de lo que pudiera suponerse, Ahmed y Fadhila pasaron de un estado de excitación y miedo real, a tener la convicción de que contemplaban una bellísima, melancólica y triste historia de amor de ultratumba.

La tragedia de aquel rey que con reino perdido, más fue su dolor por la muerte de su  amada esposa, a la que tuvo que abandonar en aquel paraíso ahora lejano del que fueron expulsados,  todavía envueltos  sus recuerdos  en los perfumes de almizcle, incienso y alcanfor de los últimos instantes, mientras la entregaba a la tierra de la que fue su única reina.

¡Maldita sea mi suerte si no te tengo…!
cinco siglos llorando tu ausencia llevo…

¡Maldito sea si no te hago Reina mía…!
si no vuelvo a ser el Príncipe de tus días…

Fadhila fuera ya de cualquier miedo y extasiada con la maravillosa contemplación…, besó los labios del joven Ahmed mientras le decía:

– Ahmed… – se dirigió a su amado sin apartar sus ojos de él…

– Dime Fadhila…, dime mi amor… – contestó mientras  acariciaba tiernamente su cara…

– Pido al Misericordioso…,  que en ésta vida o en la otra, sea nuestra historia igual de hermosa…, tu mi rey…, y yo contigo junto a ti, al lado de tu suerte o tu desdicha, hasta la eternidad.

– Fadhila…, mi amada Fadhila…, si…, y tu serás mi amorosa sombra cercana, único oasis aquí o en el más allá, donde calmar mi sed.

Abrazados de nuevo mientras sus apasionados besos de juventud se reproducían sin fin, aquellas sombras mágicas y sus miradas dirigidas hacia las cumbres nevadas de al otro lado del viejo mar, repetían antes de desaparecer…

¡He de volver a Granada…, tú Príncipe quiero ser…!
y tú mujer…, mi favorita, la única en mi harem…

¡He de volver a Granada…, para volver a nacer…!
he de volver a Granada…, tú Príncipe quiero ser…

Alhambra-5

Cuentan que Ahmed y Fadhila, hicieron de la vieja “musalla” el lugar de todos sus encuentros, y como algo suyo, cuidaron en lo posible su estado y limpieza a la vez que cuando podían, llevaban hasta aquellas ruinas unas pequeñas flores silvestres al último Sultán de Al-Ándalus, el Rey Abú Abdallah “Al-Zugabi…” y a su amada esposa la dulce Reina Morayma.

– Ahmed…, amado mío…

– Dime hermosa Fadhila…

– ¡Prométeme que un día me llevaras a esas cumbres nevadas…, al otro lado del viejo mar…, que iremos a Granada…!

– ¡Por Alá…, que iremos a Granada…! y allí aunque sean instantes, entre mis brazos te erguiré en tal trono de amor, que reina alguna tuvo en su vida.

Nunca más volvieron a producirse apariciones en la vieja “musalla” de Fez.
Se dice que el gran amor de los Reyes Nazaríes, anidó para siempre en los corazones de aquellos dos jóvenes …, uniéndolos hasta la eternidad.


Volver a Granada 

* Alternado con el relato, el poema que dio letra a la canción «Volver a Granada», álbum con el mismo nombre grabado en 2001, edición limitada en conmemoración de la vuelta a los escenarios del grupo Los Puntos y reeditado en 2017, música y letra de este autor.
Si queréis escucharla, ahí os la dejo.

4 comentarios en “EL FANTASMA de Fez

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