Hace algún tiempo, Junio de 2017, solo, tranquilo, pude ver desde el teatro Real de Madrid, una de mis operas favoritas.

Puccini es el mago de la melodía, tanto que sus arias hasta únicamente orquestadas, me acompañan a menudo. En esta ocasión fue su obra “Madame Butterfly”, al completo,  desde ese maravilloso escenario que digo.

A veces ni la nostalgia, ni los caminos frustrados o los peores estados anímicos, pueden evitar que tanta belleza armónica inunde los sentidos  y,  extasiado, discurran en el instante, pasado, presente y futuro.

La delicada y magnífica voz de la bellísima soprano albanesa Ermonela Jaho, en el papel de Cio-Cio-San (Butterfly), la  hermosa mujer de imposibles ojos y facciones,  sin pretenderlo, con su escenificación, fue un todo de  “mensajerías”  con un único contenido y destino: mi fragilidad.

“Un bel di vedremo” se derramaba en su voz. “La pequeña mujercita de olor a verbena” no quería saber de sueños imposibles.

Butterfly es, era el «amor» mismo, ”la casa que habitan los que viven y los que mueren”, donde la melancolía aristotélica cohabita de forma irrenunciable con la belleza de la evocación.

Sentí el deseo de transmitir mis sensaciones, de contar como me conmovió la historia de la mujer de Nagasaki, de  los recuerdos cuando se atesoran…

No tuvieron entonces oportunidad de eco alguno mis palabras, ni buzón al que dirigir que las acogieran.

Reviviendo las emociones, hoy quiero compartir con vosotros este vendaval estético en esta, mi primera vez, que me asomo a mi recién creado blog.

 Ermonela Jaho

* Musica: “Un bel di vedremo”  versión sinfonica de Madame Butterfly, de Giacomo Puccini.