LA NACIÓN DISCUTIDA

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Vivimos momentos de aclamaciones y/o pretendidos advenimientos de “nación de naciones”, “nacionalidades ad hoc”, “identidades históricas”, todo en base a reescribir la historia o reinventarla.

Está a nuestro alcance, medios en la red, bibliografía, fuentes múltiples con menor o mayor profundidad pero con rigor, cuanto facilita al dubitativo o curioso para ahondar en el conocimiento del hecho que nos trae, al margen de las  ”imaginativas” proclamas.

Haremos la conveniente salvedad de que el concepto de «nación» como tal no existía en la época de este relato, pero eso no evita «homologarla» con el espíritu de «unificación» de los pueblos, así como el de conquista y reconquista en su caso, tras una identidad común y viable.

Por ello no está de más que busquemos, releamos un poco por encima y conozcámonos recordando, aunque sea superficialmente, algo de la génesis de esta tierra, que si no desconocida, un tanto olvidada. Vamos a ello.

Sabemos que en la edad del hierro y como efecto de la colonización mediterránea, la península fue visitada por pueblos, como el fenicio y mas tarde el griego, que creando colonias de tipo comercial, explotaron la región de Tartesos y el resto de la costa andaluza.

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Los griegos, sin visión todavía de su dimensión real, fueron quienes llamaron Iberia a una vasta franja desde el golfo de Cádiz hasta lo que hoy es Cataluña, todo el levante, donde cohabitaban numerosos pueblos de diferentes condiciones culturales y sociales. Cartago, mas tarde, irrumpe en la península, ocupándola también parcialmente.

Hasta la llegada de Roma (218 A.C.), el solar ibérico al que llamaron Hispania, no se conforma política y socialmente en su integridad. Pero, aunque bajo este poder, se toma cuerpo ya.

Desembarcan los Escipiones en Emporiom, y se abren camino lentamente hasta el valle del Guadalquivir. Caídos los astures, toda la península acabó sometida a excepción de galaicos y cántabros, de momento. En adelante el suelo ibérico se conformaría territorialmente en dos áreas: la Ulterior y la Citerior.

Más tarde en Roma, con Sila nuevo dictador de la metrópoli, se produce una “limpia” de todos los opositores o discordantes. Poco antes Quinto Sertorio había sido nombrado gobernador de la Hispania Citerior, aunque más tarde fulminado por Sila, tuvo que huir.

El descontento de hispanos y lusos, sobre todo estos últimos, y su estado de latente y constante rebeldía, vieron en Sertorio, el posible “jefe” o nuevo Viriato, que podría encauzar la lucha contra Roma, conscientes de su antagonismo con Sila y todo lo que representaba. Sertorio, finalmente, lideró esa guerra.

Quinto Sertorio-1                           Quinto Sertorio

¿Fue Quinto Sertorio, consciente de la ya “realidad” de esta tierra y deseoso de deshacerse de la oligarquía aristocrática romana, quién con su ejército de indígenas, acometió el primer intento de arrasar su influencia predominante en la Hispania Ulterior y probablemente ganar un estatus de unidad social y geográfica fuera de la influencia de aquellos? No lo sabremos nunca, porque Sila y Pompeyo, se encargaron de impedírselo.

Lo que es verdad, es que con la capitalidad por el creada en Osca (Huesca), “el caudillo” Sertorio, además de proclamarse procónsul, instituyo un senado formado por hispanos, que respetó en sus decisiones, dando además educación militar y enseñanza general a los nativos, haciendo de Hispania un territorio prácticamente independiente. Su asesinato, lo evitó probablemente.

¿Podría considerarse, de la mano de Sertorio, esta como la primera ocasión o intento del nacimiento de la “nación discutida”, al margen de Roma, con la excusa de su mencionado antagonismo con Sila y su dictadura? Vencer a Pompeyo, era deshacerse de Roma y el resultado hubiera sido un territorio autónomo, avalado con el deseo y apoyo de lusos e hispanos, ansiosos de libertad e independencia.

Esta claro que esto último es solo una opinión “imaginativa” de quién escribe, que sin buscar debate, eso si…, invita a pensar que hubiera pasado sin la derrota y muerte de Sertorio: ¿el primer estado peninsular sin dependencia de Roma? Si geográficamente la península era una realidad física objetiva e invadida, los hechos pueden ser de lógica  entendible.

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Augusto (31 A.C.-14 D.C), creador del imperio, quizás fue el primer gran consciente de la “realidad” y dimensión hispánica. También en mi opinión fue aquí en este suelo, donde obtuvo sus primeros éxitos políticos y militares de los que se sirvió para su fulminante carrera posterior.

Éste, entendiendo la importancia del hecho hispánico, concibió la mejor distribución de Hispania como gran conjunto administrativo y para su mejor integración en Roma y su cultura, dividiéndola en tres provincias: Lusitania, Baetica y Tarraconensis. Esta última aproximadamente veinte veces superior en superficie a la Cataluña actual, abarcaba Galicia, norte de Portugal, Asturias, País Vasco, el Levante y parte de la Andalucía Oriental. La Citerior y la Ulterior, el primitivo territorio, fue ahora organizado como simplemente Hispania.

Más tarde, en el siglo IV, con Diocleciano, general que mas tarde sería emperador, Hispania abarcaba incluso el norte de África (Maueretania Tingitana) y junto con la Baleárica, Cartaginensis, Baetica, Tarraconensis, Gallaecia y Lusitania, se conformaba en siete provincias, esta última con su gobierno en Emérita Augusta (Mérida).

Esta última ciudad que arrinconó en importancia a Hispalis (Sevilla) y Tarraco (Tarragona), si bien siempre bajo la “disciplina romana”, se le reconocía tal “jerarquía” en la capital del imperio, que en momentos se la temió inspiradora de una “realidad” de territorio ibérico de posible autonomía. No creo que este hecho sea discutible, a estas alturas.

emerita augusto-3Emérita Augusta

Está claro que la “nación discutida”, ya apuntaba a tal. ¿O no?

Con el imperio debilitado, en el 409, vándalos, alanos y suevos, invadieron, saquearon, dividieron y se repartieron la “Hispania unificada romana”. Los Visigodos llegaron en el 415 como ayuda a Roma, para salvaguardar sus riquezas y comercio. Más tarde se instalaron definitivamente, como buenos bárbaros, “fieles” a su palabra con Roma y acabando con gran parte de su legado.

El reino de Toledo, fue expandido por Leovigildo su rey, consciente y conocedor de la antigua “realidad hispánica”, hasta ocupar la integridad de la península, sometidos los bizantinos en el sur, astures y cántabros en el norte.

La “nación discutida”, emerge sin discusión histórica.

La “realidad” de la antigua Hispania romana, esta y por primera vez independiente de imperio alguno, sus límites, no fueron ya jamás discutidos.

Visigodos-3                       Visigodos

Con la decadencia visigoda, en el 711, el Rey Rodrigo, traicionado por los suyos, sucumbe a la nueva fuerza emergente en el norte de África. Llegaron desde Tánger y una vez tomada Tarifa, Tariq y los suyos, sin gran oposición, van tomando Hispania a excepción de una delgada  franja montañosa cántabra y pirenaica, donde el Rey Pelayo defendió el ultimo reducto de la ahora ocupada “nación hispánica visigoda”.

El grueso de la Hispania conquistada, fue el huerto donde germinó el sueño árabe fuera de los desiertos: Al Ándalus.

medina-azahara-1                       Medina Azahara

Estaremos de acuerdo, en que el concepto de “Hispania”, primero romana y luego visigoda, no cambió nunca más para el resto del mundo conocido.

Se dice que el gran Califa cordobés Abderrahmán III, recibía en su palacio de Medina Azahara a emisarios de todos lugares. En una ocasión, el embajador del emperador Otón, se presentó al Califa de esta forma: “Yo te saludo Rey de Al Ándalus, a la que los antiguos llamaban Hispania”.

Su tiempo también acabó. Ysabel y Fernando, con la caída del último taifás el reino nazarí de Granada, dejaron clara la obsesión cristiana por recuperar la “realidad” nacional hispano-visigótica, la idea de la “nación discutida “por la que tantos pueblos lucharían.

Los pueblos medievales, y antes sin discusión, entendían la conquista, la ampliación de sus fronteras, en la necesidad de su supervivencia, poder, crecimiento social y comercial. Era el concepto de «globalización» de la época donde, desde ya, no cabía la idea de «puzzles» territoriales o de la «tribu singular identitaria», por imposibilidad de su capacidad de existencia y defensa, aunque como se ha dicho, no existiera en ellos el concepto moderno de «nación».

Antes, desde Pelayo, los reinos de Castilla, León (cuna del parlamentarismo), Aragón, y Navarra actores principales de la «reunificación» mediante la reconquista, ademas de otros menores, fruto de concesiones hereditarias con billete de ida y vuelta a sus primitivos orígenes, en el dilatado y convulso periodo de la misma, lenta e inexorablemente, abrieron futuro camino con esfuerzo común a la Gran Reina y el Príncipe aragonés.

Toma de Granada                          Toma de Granada

Nos quedamos con la toma de Granada por los Reyes Católicos, el descubrimiento del Nuevo Mundo y la presentación en Salamanca de la primera “Gramática Castellana de Nebrija”, también en 1.492. “Rey y Reina de las Españas”, según Fray Bartolomé de las Casas, ya en ese tiempo.

Con todos estos “mimbres”, propios de los grandes pueblos, solo podía construirse la gran “cesta” de la “nación discutida” : la “imaginativa posibilidad” Sertoriana, la romana del esplendor de Emérita Augusta, la visigótica de Toledo y la cristiana castellano-aragonesa, con la extraordinaria “guinda”: Granada, su capital, por un tiempo. Pero siempre el gran solar hispano.

En adelante, a partir del siglo XVI, la acuarela social y cultural de los pueblos de la península, siempre se ha manejado y sofocado desde el absolutismo de la época, no sin discusión (comuneros, germanías, y otros más adelante), pero desde el concepto de esta “realidad”.

Retorcer la historia, volver al «puzzle» insolidario, ahora desde modernas y puras ideas “nazionalistas” que tanta muerte y tragedia trajeron en el pasado siglo, es una pretensión sin cabida en el mundo moderno.

A estos viejos y eternos vasallos de “Señor de conveniencia”, a sus novedosos dirigentes iletrados de poca imaginación, tal es su insolidaridad y mercantilismo, que no les queda de tanto poso cultural, ni el espíritu de los buenos fenicios.

Despertar ánimos y curiosidades para recordando conocernos y entender el gran viaje de este país a lo largo de su existencia, desde el prisma de cada época, es el único fin de este sencillo y superficial relato.

Habrá tiempo y gana por mi parte, para partiendo desde este punto, seguir hablando de esta gran “Nación discutida” y su legado (¡esa es otra!), de la que alguien dijo: “siempre empeñada en su autodestrucción, sin conseguirlo”.

En el “lado oscuro” de este país en el siglo pasado, vivimos como se adueñaban de nuestros símbolos, como se nos “contaba” la historia a conveniencia, y todo desgraciadamente ante el abandono, la dejación, y el desinterés de quienes debieron evitarlo, entregados a interés propio, dejando generaciones huérfanas de su hecho histórico, consecuencia hoy de la discusión, desapego por lo nuestro y de la innegable crisis de identidad.

Como colofón, añadiría de mi cosecha: “España, nos guste o no desde sus orígenes, es como un gran “tren” con paradas en “históricas estaciones” y al que subieron pueblos y gentes que conformaron la grandeza de su heterogeneidad”.

Reyes Catolicos-3-recortado        Los Reyes Catolicos

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