Había transcurrido la tarde mientras paseaban por los muelles de aquel inmenso puerto, observando a tantos veleros amarrados, imaginando o adivinando las probables historias que pudieran atesorar sus singladuras, incluso jugando, situándose en ellas.
Tras cenar en una cantina sencilla y agradable, pasaron el rato celebrando y a la vez preguntándose como fue posible “tropezarse” tan distantes, tan diferentes, pero a la vez con tanta armonía y atracción.
Ella, mientras caminaban, apoyaba su juventud en el hombro de aquel hombre maduro sintiéndose segura, protegida y enormemente atraída por su personalidad.
El, sorprendido por el “cascabeleo” de su sonrisa, no se recordaba en mucho tiempo con este ánimo, inmerso en una feliz excitación creciente por momentos, jaleado por la juventud de aquella mujer que le conducía a la realidad más deseada imaginada.
Paseando de la mano como adolescentes, llegaron a su recuerdo versos de juventud, en los que se reconocía:
“… et les yeux dans les yeux…, et la main dans la main…”
Su capacidad de amar, de ser sorprendido, de apasionarse…, latía con la impresionante fuerza que siempre lo hizo.
Sin prisas, pero deseando como los veleros del muelle llegar y amarrar sus cuerpos el uno al otro, avanzaron en dirección al hotel, su cercano destino, como “tous les garçons et les filles…”, camino del deseo.
Un moderno acristalado ascensor, adornado de “babilónicas” plantas colgantes, que exteriormente se elevaba desde el hall, les condujo hasta prácticamente la puerta de su refugio.
La tenue luz de una ventana entreabierta, fue suficiente. El hombre acercándose a la cabecera de la cama, buscó en la radio una atmósfera cálida musical, íntima, donde pudiera reinar el murmullo.
Suficiente la fuerza de la gravedad, despojó, desnudó aquellos cuerpos hartos de la cárcel de sus vestimentas, obligando a las mismas caer al suelo abandonadas ya del sostén de sus cuerpos. Mientras, sorpresivamente, un suave y repiqueteante sonido comenzaba a inundar el ambiente.
Desde sus primeros besos, se sintieron atrapados entre el deseo y la música de un bolero en constante “crescendo” de apasionado compás monótono, hermosamente repetitivo, como ese ir y venir del corto y dulce viaje al que se entregaban sus cuerpos.
Todo eran susurros cada vez más provocados y provocadores; la sensual melodía, de constante ritmo cautivador acompasaba sus movimientos, su persistencia arrastraba, envolvía a ambos haciéndoles navegar en un inmenso mar de gozo, y como en los veleros en sus singladuras, escribieron su propia aventura que desearon eterna.
Cuando ya no había más techo que alcanzar, cuando estallaban al unísono, música y gozo, el final enardecido del “crescendo” del mágico bolero, coincidente con la extenuación de sus cuerpos, les devolvió al silencio mas intimo entregándose a la ternura de un abrazo sin fin.
En la noche interminable el hombre retomó un whisky sin hielo, abandonado hasta ese instante en una de las mesitas junto a la cama, llevándolo hasta los labios de su pareja, que tras humedecerlos con el licor, preguntaba:
– No se que has hecho…, jamás conocí este estado ¿qué me das…?, ¿qué me has dado…?
El hombre, acercándose a su mejilla aún sudorosa y tras besarla tiernamente, susurró a su oído:
– Ravel…
Amigo Pepe, gran profesional en todas sus facetas y mejor persona.
Me alegra ver que haces lo que te hace disfrutar y disfrutas con lo que haces, con lo que te ánimos a que continúes y escribas tantas y tantas historias que seguro nos dejaran con la boca abierta a los amantes de esta tierra nuestra, pues pocas personas la conocen y la aman tanto como tú.
Recibe un fortísimo abrazo de este aprendiz y continúa disfrutando amigo.
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Gracias, rey del espacio tridimensional…!
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Un placer amigo el poder conocerte un poco más. Un abrazo
Juan Muchamagia.
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Gracias. No hay nada nuevo en mi que tu desconozcas…!
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Ya hacía tiempo que esta página era necesaria. La disfrutaré. Un abrazo.
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Olvidé agradecer tus palabras. Gracias.
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Querido primo: ya veo que la vertiente romántica viene de algún gen andalusi que compartimos… me encanta!! Beso fuerte ,
María J
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Si acaso, linda prima…, nazarí…, oriental hasta la saciedad.
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J’aime beaucoup
des petite gouttes salé coule sur mon visage
de l’émotion
Marie
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L´émotion c´est toi.
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Te has superado. Delicada descripción de una escena erótica in crescendo en perfecta sincronización con el tono del bolero. Ni Ravel habría conseguido darle un toque tan sensual. Muy bien escrito.
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Cuando el comentario viene desde «el dueño de las palabras»…, además de incrédulo y agradecido, me siento «espoleado» a seguir intentandolo. Gracias.
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